Felicidad, Madrid, felicidad.
Ríete, vuelve a reírte otra vez así, que lo echaba de menos. ¿Ves? Has podido, lo sabía. Sabía que podrías porque puedes con todo. Ahora toca cambiar las lágrimas de desilusión por lágrimas de alegría. Te las mereces, te mereces todo. Y, sé que a ti no, pero a mí ahora no hay nada que me apetezca más que el bullicio de Gran Vía, los rayos del sol en el estanque del Retiro, un atardecer en el Templo de Debod o una caminata de Atocha a Sol. Me apetece Madrid. Me apetecemos en Madrid.