Stand by me.
El tiempo pasa, el viento corre, las nubes vienen y se van. El sol se esconde y brilla la luna; la luna se esconde y nos ciega el sol. Pero tú ni pasas, ni corres, ni te vas, ni te escondes. Tú vienes y permaneces, siempre, como un lunar impreso en la piel, como los besos que ya me has tatuado en los labios. Tu permaneces, permanente, como la felicidad que me embarga cada día. Esa felicidad que lleva y me trae, que se extiende por mi cuerpo como una ola. La felicidad de perderme y saber que estás tú a mi lado, de saber que puedo abandonarme en tus labios, tus brazos y tus manos. La felicidad, precisamente, de saber que siempre permaneces.