La soledad de las puertas cerradas.
A veces miras alrededor, y piensas que por qué el mundo tiene que se tan grande. Decides que así no te gusta, que prefieres crearte uno para ti. Un mundo en el que nadie entra, porque tú no quieres, pero todos salen porque el mundo gira aunque tú no quieras. Y te quedas ahí, en medio de la nada, mirando lo pequeño que se ha quedado tu mundo en medio de la gigantesca realidad. Y, aunque pequeño, está terriblemente vacío. Solo. Y se cierra. Se cierran las persianas, las ventanas y las nubes en el cielo. Se cierran los ojos, las bocas y los paracaídas. Y te estrellas contra el suelo, y allí te quedas, porque qué más da lo demás.