So, goodbye, 2011.
Querido 2011: Te vas. ¿Qué pena, no? En realidad no lo sé. Has sido tan terriblemente raro... Empezamos con el propósito de no cumplir ningún propósito de Nochevieja, y el único propósito de Nochevieja que tenía era que ganase el "y si..." de una vez. Y no lo cumplí. No cumplí el propósito de no cumplirlo, no sé si me entiendes. No era exactamente tal como lo había pensado, pero sí infinitamente (más trece por diecisiete) mejor. Te has parecido muchísimo a mí, has sido totalmente bipolar. Hemos llorado (bastante) pero hemos reído (más). Hemos fingido que quien no siente nada nos decía te quiero en un idioma extraño y hemos sido felices por ello, hemos llorado en teatros sin motivo alguno, y hemos dejado de hacerlo cuando los motivos sobraban. Hemos saltado a lo imposible, a lo que nos asusta, hemos volado, conocido, descubierto, imaginado, soñado, cantado (¡¡!!), hemos perdido el miedo... Algo tienes, no sé el qué, que hace que me dé penita despedirte. Tal vez sea esa...