Y que nadie más exista porque existimos tú y yo.

Recordar, recordar a todas horas, porque no puedo hacer otra cosa. Pero no importa, porque no es el recordar triste, melancólico e insoportable de siempre. Es un recordar que arranca sonrisas, que incumple todas las reglas de los "recordar". Recordar árboles de Navidad que esconden palabras bonitas que esconden realidades más bonitas aún. Recordar paseos interminables, paseos con olor a rosas, frambuesa, vainilla y un poco de chocolate, aunque el chocolate sólo lo sintamos nosotros. Recordar que se puede subir al cielo también en escaleras mecánicas. Recordar calles llenas de gente. Tan, tan llenas, que un beso es capaz de vaciarlas. Recordar abrazos. Abrazos en silencio que gritan te quieros. Porque te quiero. Hoy te quiero como si no hubiera un mañana, aunque mañana te quiera más que hoy.

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