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Mostrando entradas de junio, 2017

Cazadores de versos.

Cerré los ojos y pedí un deseo. Te pedí. Nos pedí. Sin relojes, ni calendarios, ni ropa, y con caricias de esas que se dan con la yema de los dedos y te dibujan la boca y la espalda y las estrellas del cielo. Nos pedí cazadores de los tesoros que se esconden entre las sábanas, y nos pedí terremotos de esos en los que lo único que se pierde es la compostura. Me pedí  contándote que, aún a veces, me entran ganas de llorar porque te juro que no me creo la suerte que tengo por tenerte. Y te pedí arropándome con tus brazos y un beso en la frente, con caricias en el cuello, y el alma, y los huesos, y cosquillas en el corazón. Te pedí riéndote bajito y con esa sonrisa y esos ojos que me aconsejan huir, y ante los que yo  siempre me rindo. Y me pedí vestida de carcajadas, enredada en esa mirada por la que no volvería a dormir. Te pedí. Me pedí, contigo. Nos pedí.