A la deriva.
Ojalá pudieran capturarse las sensaciones y guardarlas en frascos de cristal para recordarlas luego, porque estoy sintiendo como en medio de tanta oscuridad se prende una vela y no quiero que nunca se me olvide esta paz. Me perdí, pero no como se pierde quién olvida el camino, sino con el pánico de quien, de pronto, no sabe a dónde quiere ir, y de tanto caminar en círculos, tropieza, cae y se sienta en el suelo a esperar a que pase la tormenta. Y ella no tiene pinta de querer escampar. Metí las manos en los bolsillos y me clavé los cristales de mis miedos, de mi inseguridad, de mi "yo no puedo", de mi "no voy a llegar", y toda esa sangre, gota a gota, me borró el destino y me mató los sueños, y todo ese dolor, desgarro a desgarro, un día me despertó y se me puso delante de los ojos en forma de poema. La ventaja de caminar sin rumbo fijo es que no sabes con qué cosas buenas te vas a tropezar. Ni tengo mapas, ni los quiero, por...