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Mostrando entradas de octubre, 2017

A la deriva.

Ojalá pudieran capturarse las sensaciones y guardarlas en frascos de cristal para recordarlas luego, porque estoy sintiendo como en medio de tanta oscuridad se prende una vela y no quiero que nunca se me olvide esta paz. Me perdí, pero no como se  pierde  quién olvida el camino, sino con el pánico de quien, de pronto, no sabe a dónde quiere ir, y de tanto caminar en círculos, tropieza, cae y se sienta en el suelo a esperar a que pase la tormenta. Y ella no tiene pinta de querer escampar. Metí las manos en los bolsillos y me clavé los cristales de mis miedos, de mi inseguridad, de mi "yo no puedo", de mi "no voy a llegar", y toda esa sangre,  gota a gota, me borró el destino y me mató los sueños, y todo ese dolor, desgarro a desgarro, un día me despertó y se me puso delante de los ojos en forma de poema. La ventaja de caminar sin rumbo fijo es que no sabes con qué cosas buenas te vas a tropezar. Ni tengo mapas, ni los quiero, por...

Allí.

Cierra los ojos, mi vida, que estoy ahí. Estoy en cada pliegue de tus sábanas, cantándote bajito esa canción que habla  de no tener miedo si estás a mi lado. Estoy enredada en tus manos sin intención alguna de soltarte, en cada arruga de tu ropa con mi vicio eterno de acariciarte, con las ganas, la impaciencia y todos estos besos que guardo para darte. Eres mi billete de ida a la Luna, el cohete que me sube a las estrellas, y el motivo de esos aterrizajes forzosos que terminan siempre en tus brazos. Eres un beso en la frente y en el cuello y en los labios, eres un pespunte de caricias en la espalda, huracán, diluvio, volcán, y la mejor de las calmas. Eres fuerza y eres el cemento que sostiene mis versos, esa risa tonta  y esta carita roja que se me pone al acordarme de ti. Parece que no, pero el tic-tac del reloj no entiende de frenos, y cada día más es uno menos. Cada día estás más cerca, lo sabe este invierno que no llega, l...