Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2024

Impuntualidad.

No me gusta la impuntualidad y, sin embargo, últimamente tengo la sensación de llegar tarde todo el tiempo. Como la tarde que salí a buscarte y tú ya te habías ido. Pido calma pero soy incapaz de no intentar correr en el sentido contrario a las agujas del reloj, sin poder casi respirar y sin saber qué estoy buscando. Y, sin embargo, si en algún momento consigo colocarme detrás de ellas, las empujo con todas mis fuerzas a ver si así avanzan más deprisa. Me peleo constantemente con el tiempo y sus tiempos, como si no supiera de sobra cómo lo cambia todo un instante sin que sepas cómo ni cuándo y sin darte espacio para preparte, cómo ya no puedes volver a ver las mismas cosas de la misma manera y cómo se te quedan tatuadas para siempre en los recuerdos y en el miocardio. Como cuando, después de haberme bajado mil veces en la misma estación de tren, un día lo hice para ir a un concierto de La Oreja de Van Gogh, y ahora siempre suenan en mi cabeza sus canciones cuando espero en ese andén. O...

Hallelujah.

Despacito, poco a poco, casi sin que te des cuenta. En forma de murmullo lejano, una voz pequeña susurra a medida que se va acercando cada vez un poquito más, mientras se le unen otras voces, también pequeñas, también en susurros, que también se acercan. Al acercarse, resulta que las voces no susurran, sino que cantan bajito, y también resulta que, a medida que avanza la canción, ganan fuerza y crecen. Muy poco a poco. Y, cuando crees que van a seguir creciendo, de repente, retroceden un poquito hacia atrás. No mucho, lo justo para dejarte con las ganas en las manos y en la garganta. Pero la canción vuelve. Vuelve más fuerte, más intensa, más grande, crecida, como un río de agua transparente corriendo cascada abajo, sin poder frenar la emoción. Y esa emoción, primero, te hace hormiguear la tripa, y después no es suficiente y te encharca los pulmones, te encoge el corazón y te ata la garganta. Sigue creciendo y la emoción ya, de manera literal, no te cabe en el cuerpo.  La emoción y...