Eh, eh, eh. Frena. Respira. Sonríe.

Tú, sí, tú. El que siempre mantiene la calma, el que me calma. El que me tranquiliza, mi tranquilidad. Ese que me dice "no pienso dejar que esto te hunda", esa frase que le faltó al Titanic para no zozobrar. Tú, sí, tú. Déjame calmarte igual que tú me calmas a mí, déjame ser tu tranquilidad. Déjame sacarte una sonrisa, déjame conseguir que te rías de esa forma que me vuelve loca. Déjame no dejar que te hundas.

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