Blue skies fade to grey.

No sé qué es, pero sí sé que no me gusta. Que nunca había estado así, que no soy yo. Las mañanas más azules son grises, y las ganas de llorar viven a mi lado prácticamente día sí y día también. A veces sólo queda un abrazo imaginario bajo las sábanas. O al menos es lo único que veo. 

Mis ojos nunca se habían parecido tanto a las nubes en otoño, nunca habían tenido tantas ganas de llover. Vivo en medio del baile constante de una moneda, entre su cara y su cruz, un cielo azul y unas nubes negras. Y aún así sé que tengo las cosas más bonitas del mundo... E igual que las tengo, tengo miedo de perderlas.

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