Alzando el vuelo.

Hoy, el cielo se ha roto. El suelo está lleno de azul, de reflejos de estrellas y de rayos de Sol. Un pedazo del rastro de un cometa, gotas de lluvia de nubes desechas.

Sin querer, tropiezo con los restos del vuelo de un pájaro, y al tropezar, caigo y estoy volando.

Con las plumas esparcidas por el suelo me coso unas alas. No tengo hilo ni aguja, tengo ganas y con eso me sobra.

Sigo volando, cada vez más alto. El Sol no me quema porque está hecho añicos. No hay obstáculos que me paren, porque están todos en el suelo, y yo vuelo.

Vuelo más, cada vez más, porque no hay murallas que me frenen. Roto, lo que antes era el cielo no es el límite.


Creo que escribí esto en 2014 o 2015, no estoy segura. De lo que sí estoy segura es de que entonces era una gran mentira, aunque yo no me diera cuenta, y por eso lleva guardado en un cajón tantos años. 

He pasado los últimos once años de mi vida, más o menos, echándome de menos. Echando de menos cómo era yo misma en algún momento del pasado. No qué tenía, no cómo era mi vida. Cómo era yo. La ilusión que me hacían las cosas, el brillo en los ojos, no sé, la ligereza de quien no mira para atrás porque piensa que lo tiene todo por delante. No siempre he sido consciente de esa sensación, me doy cuenta ahora, pero sí sé que la tenía. Esa nostalgia enfermiza, que te envenena poco a poco y te apaga por dentro. 

No significa que no haya sido feliz en este tiempo, eso no es verdad. Claro que lo he sido, mucho, y tal vez me haya reído más que nunca. No tengo claro que sea capaz de explicarlo bien, pero todo el tiempo me sobrevolaba la certeza de saber que podía ser más feliz, porque había sido más feliz en otro momento, y ahora no lo conseguía. Y no se trataba de tener o dejar de tener algo concreto, se parecía más bien a cuando estás enfermo y te acuerdas todo el rato de cuando no lo estabas pero sientes que nunca más vas a dejar de estarlo.

Hace unos días, me di cuenta de que estoy contenta. Pasan algunas cosas, otras cosas siguen siendo una mierda, otras ojalá cambiasen un poquito, pero estoy contenta. No cambiaría nada actual por ningún momento del pasado. No echo de menos a ninguna versión mía del pasado. Ser consciente de ello ha sido quitarme de encima una losa que ni siquiera sabía que tenía. La vida pesa menos. Ahora sí leo como mías esas palabras de 2014.

Ojalá nunca vuelva a echarme de menos.

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