Resignación

Te echo de menos.

Echo de menos tu inocencia y tu ilusión, las de quien lo tiene todo por delante. Echo de menos el brillo de las estrellas en tu mirada, ese que sólo pueden echar de menos los ojos que se ven todos los días en el espejo. Echo de menos tus palabras bonitas, de algodón de azúcar, y tu capacidad de buscar calma, tranquilidad y oasis en mitad de tormentas que en realidad no existían.

Cuando todas las cosas iban bien. Cuando pensabas que podías hacer lo que quisieras y llegar a dónde quisieras, cuando estabas donde querías estar e ibas hacia donde querías ir. 

Te echo de menos, niña pequeña, niña con suerte, niña con ganas. Echo de menos que te dejes llevar por la felicidad y no por la corriente. No echo de menos tus inseguridades, porque han vuelto de golpe, como un tsunami que me ha arrastrado al fondo otra vez. Me han enterrado en la arena y se me ha metido en los ojos, en la boca, en los pulmones y en el corazón.

Volveré a buscarte, te traeré de vuelta. No sé cómo ni cuándo, pero volveré a tenerte aquí y no dejaré que te vayas más. No volveré a pensar en qué tendría que haber hecho, sino en lo que voy a hacer. No quiero arrepentirme, ni resignarme. Te necesito a ti, con tus constelaciones en los ojos, con tu ilusión y tu vida.

Vuelve.

Vengo a decirte que el tiempo
que ya llevamos perdido
es sólo un punto pequeño
en el cielo del olvido,

que todo el daño que tengo
de lo que ya hemos sufrido
tiene que servir de algo
para que hayas aprendido

que como yo a veces sueño
nadie ha soñado contigo,
que como te echo de menos
no hay en el mundo un castigo.

Pequeña de las dudas infinitas
aquí estaré esperando mientras viva.
No dejes que todo esto quede en nada
porque ahora estés asustada.

De las dudas infinitas - Supersubmarina



Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo