A seis de noviembre.

Tal vez no debería haberme atrevido a esto hoy. Podría haberme guardado el valor para un día sin significado, pero me hacía ilusión. Siete años hace ya. Te echo de menos.

Desde el once de enero
hasta el seis de noviembre
pasando por los días
que más te eché de menos
sonó a lo lejos, triste
una batería muda
sin baquetas ni platillos;
una canción que cantan
incansables, año tras año 
campanas en lo alto
del más alto campanario.
Susurra el viento fuerte
un nombre entre Tinieblas
y en voz baja repasa
sumas de niña pequeña,
faltas ortográficas,
notas desafinadas.
Seis de noviembre cualquiera,
noche pasada en vela,
almohadas empapadas,
presión, agobio.
¿Nunca más? No existe.
¿Dónde está, a dónde ha ido?
¿Cuándo va a volver?
Para siempre dura demasiado. . .

Para siempre, tu nieta.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo