Verano.

Verano, cómo no, verano. Pero verano de los raros. Calor, lluvia, sol, recuerdos. Primero el calor confunde al corazón, lo aturde. La lluvia empieza a llevarse trocitos de historias, de palabras, de momentos, sin borrarlos de la memoria, pero restándoles importancia. Y luego los rayos del sol terminan de derretir las inseguridades, dándote 353 motivos más trece para firmar un final y escribir un principio. Sabes que te toca volver a lo de siempre, a echar de menos, a soñar que aparece de repente, a que no sea verdad, a idealizar, a imaginar... y luego te preguntas porqué las palabras te salen solas cuando estás más lejos. 

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