Conformarse.
Nuestro día. Siempre había sido nuestro día, y todos vemos como poquito a poco desaparece. Además, no podemos hacer nada. Si se va, se va, si desaparece, desaparece, si no te gusta, te aguantas. Porque no puedes hacer nada. Podrás hablar todo lo que quieras, podrás dar tus razones, pero las decisiones dependen de alguien que no ve EL DÍA como lo ves tú, porque no sienten lo que llevas sintiendo desde que tenías cinco años y ya dabas la lata con campanas, hombres que pasaron por esta tierra. No es sólo un día de fiesta, sino nuestra fiesta. Es el día que las campanas repican vibrantes, y se escucha cómo lo hacen en cada rincón. Es el día de demostrar un poco de orgullo, el día de celebrarlo. Es, es, es... No. Era. Pero no pasa nada, que nadie se preocupe. A conformarse. Es lo que toca, ¿no? Por lo visto, a veces la madurez consiste en eso, en el conformismo, callarse, aguantarse. Yo sólo tengo una cosa que decir, en ese caso: viva la inmadurez, señores.
Comentarios
Publicar un comentario