Ratitos.

Esos ratitos cada día. Esos ratitos de espera. De "por favor que llegue ya". Esos minutos en los que me muero de ganas de hablar contigo, de contarte todo y nada, porque no hay nada verdaderamente importante que contar. Pero si ves que no hay conversación, suelta un "te quiero". Es un ratito de espera al día. Y son los ratitos de espera los que hacen que lo que tanto esperas sea tan genial, aunque sea también otro ratito, sólo un ratito. Nuestro ratito.

-¿No nos hemos adueñado de muchas cosas? Parece que todo es nuestro...
-No... son nuestras canciones, aunque las escuchen miles de personas, son nuestros "te quiero", aunque tantas y tantas parejas se lo digan todos los días,  nuestros sitios, aunque los pisen muchísima gente, son nuestras tonterías, somos tú y yo, y tú y yo somos nuestros. Yo tuya y tú mío.
-Y así siempre, el resto de la eternidad. De NUESTRA eternidad.

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