El breve instante en que todo desaparece, menos tú.
No voy a decir que sea fácil, porque tú, el resto del mundo y yo sabemos que no. Que es de todo menos fácil, que a veces se hace tan cuesta arriba que dan ganas de tirar la toalla y rodar hacia abajo, olvidando que en la cima de todo estás tú. Las esperas son difíciles y largas, pero tú me has enseñado que valen la pena.
Lo que más echo de menos es, a veces, mirarte a los ojos, con mis manos rozando tus mejillas. Acariciarte despacito, besarte la frente, y después los labios. Abrazarte. Es justo ahí, en ese momento, en ese lugar que es nuestro abrazo, cuando el resto del mundo desaparece y nos deja a solas. Sin milímetros que nos separen, con caricias que se dan solas, y todos los besos que nos tenemos guardados...
A veces pienso en ello y me devora la impaciencia, las ganas de ti. Las ganas de un abrazo en silencio que dure minutos eternos.
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