Ya basta.

Sin tregua, cada vez que se me olvida que la vida es una montaña rusa, gira 180 grados y me lo recuerda. Y después de muchas vueltas, llantos y recuerdos decido que ya basta. O el ya basta me pilla a mí por sorpresa. El caso es que basta, y la tormenta cesa.

Ahora sólo intento atar cabos, terminar párrafos incompletos, destrozar signos de interrogación. Cerrar el libro, dar carpetazo. Pintar un punto y final. Quién sabe. 

Desde esta posición veo muchas cosas, me siento en un alto. Miro a mis pies y hay un vacío enorme,  un paisaje de colores que me aterra y me fascina a la vez. Me tiemblan las manos, las piernas, el corazón. 

Y salto.

Porque quiero saltar, porque tengo la boca del estómago infestada de mariposas y palabras que quieren escribirse. Pero todavía tienes un candado atando mi tinta.

Ojalá algún día me dejes decir ya basta de verdad.

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