2. ¿Me querrías si fuera un gusano?

El problema de intentar medir el amor que das y el amor que recibes a través de situaciones imaginarias que nunca jamás van a darse en la vida real (porque, seamos honestos, nunca nadie va a despertarse por la mañana convertida en un gusano), es que tienes que tener los pies muy clavados en la tierra y ser muy consciente de ti mismo para decir la verdad.

¿Tú habrías ido a Marte por mí?

No, no lo habrías hecho, sabes que no. Igual que yo no habría ido por ti. Pero debería haber dado igual porque, en realidad, nunca se habría dado la circunstancia de haber podido irnos a Marte juntos.

Sin embargo, aquí, en la Tierra, contigo, he pasado por cosas que jamás pensé que viviría y ojalá nunca las hubiese vivido y aquí, en la Tierra, habría vuelto a pasarlas si hubiera hecho falta, contigo. Aquí, en la Tierra, yo quería todo el futuro contigo. Con todo lo que implicas aunque, evidentemente, no todo me guste, pero es que las cosas que sí me gustan de ti siempre han pesado mucho más. El amor es eso, y quien te diga otra cosa, cariño, te está mintiendo.

El amor no fluye a lo largo de los años sin que tú hagas nada. El amor no encaja como dos piezas de puzzle perfectas para toda la vida. En el amor siempre hay diferencias porque no hay dos personas iguales y el amor está cuando esas diferencias te complementan, te aportan y te enseñan cosas que por ti mismo jamás habrías llegado a ver. Ten por seguro que en esas diferencias habrá cosas que preferirías que fueran de otra manera, evidentemente está en tu mano decidir qué es determinante y qué no. Pero ni te engañes ni intentes engañarme a mí. La relación perfecta no existe sin más. La relación perfecta se construye, y para eso tienes que tener voluntad de construirla. En el día a día, no en otros planetas.

No, estoy bastante segura de que, de haberse dado la ocasión, no habría ido a Marte por ti. Haberte dicho que sí habría sido mentirte, porque tampoco me habría ido de Madrid por ti (y esa situación sí que ha sido mucho más palpable), aunque eso no significa que te quiera menos.

Pero es que tú, que dijiste muy convencido que sí habrías ido a Marte por mí, tampoco te habrías quedado en Madrid por mí. Y siempre quise pensar que eso no significaba que me quisieras menos.

Empate, supongo.

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