Música.

Especial, distinta, suya. Entre algunas fórmulas a sucio descubres cierto olor a horchata, a verano, a él... Recuerdas esas notas, dulces, delicadas, decididas, que fluían por el aire, por el agua, por los rayos del sol y por tu cabeza. Te mueres por volverlas a escuchar. Y si las toca otra persona, no son lo mismo, porque no fluyen, ni por el aire, ni por el agua, ni por el sol, ni por sus manos.

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