Los sueños (no) se hacen realidad.
Nos cogemos de la mano, damos mil vueltas. Es invierno, hace frío, y qué más dará eso ahora. Nos olvidamos de si es de día, de noche, de la hora, del momento, del ruido, de la gente que empuja, que no nos ve. Te veo, me ves, y ya es más de lo que nunca habría imaginado. Me invitas a un chocolate caliente. Te ríes, decimos tonterías, y el frío desaparece en alguno de nuestros abrazos y sin quererlo transformamos todo en perfecto. Y me despierto y al cruzarme contigo reprimo el impulso de preguntarte qué es lo que ocurre, que te cruzas sin mirar, cuando en mis sueños te lo pasas tan bien conmigo.
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