Te odio... con todo mi amor, ¡idiota!

Esos días raros, en los que la música está apagada porque la única canción que no te recuerda a él comienza con una rápida melodía de piano. Esos días en los que odias al mundo entero excepto a la única persona a la que deberías odiar. Sabes que no deberías, pero le quieres y no quieres no hacerlo. Pero por un momento piensas que no te apetece verle, no ahora, no tal como tienes las ideas. Y esa idea te plantea la posibilidad de que tal vez estés, no a un paso, pero sí a una corta distancia de poder olvidar si quisieras. Y de nuevo, otra vez, repites con convicción que quieres quererle y odiarle a ratos, pero con todo tu amor. Y es que no sólo él es un poco idiota.

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