Diciembre.

El frío del invierno, el calor de tus abrazos, el tumulto de gente, tu boca y mi boca a solas. Despedirnos en una calle vacía, diciéndonos adiós abrazados sin intención de soltarnos. "Cuando el semáforo se ponga en verde". Verde, rojo, verde, rojo... y seguimos abrazados.
No me quiero ir.
No quiero que te vayas.
Y el tiempo pasa...
Y volvemos a envolvernos en rosas, a recordar y a temblar de nervios. A besarnos despacio, como aquel día. El día que empezaron todas las cosas bonitas. El reloj no perdona y corre. 
Calle abajo, muerta de frío, me voy. Y calle arriba, muerto de frío, te vas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo