Por un cerrar de tus ojos.

Hacía frío, pero yo no lo notaba. 

No podía apenas moverme, pero eran los nervios los que me clavaban al suelo. Eran tus brazos los que hacían que no quisiera moverme, los que hacían que deseara que jamás me moviera.

Estábamos los dos, allí, de pie, parados. 

Helados, uno frente al otro, muy cerca el uno del otro. Te acercaste despacio a mí... Mi cerebro reaccionaba despacio, le costaba asimilar todo aquello. 

Y entonces tú cerraste los ojos.

Cerraste los ojos, los cerré, y entonces... Un primer beso. Y así, cerrando los ojos, nos abrimos todas las puertas del universo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo