Borrascas y poetas.

Todos los días tienen un momento en el que cabe poesía, en el que está permitido hablar de sentimientos, de lo que cuenta el corazón cuando late, de vulnerabilidad y fortaleza. En ese instante, vivimos a bordo de unos versos que componemos sin querer, que riman a la perfección, que tienen una métrica impecable. Porque el poema más perfecto es el que se siente sin pensar.

A veces es hasta útil demostrarle al mundo que hay cosas que nos mueven por dentro. Que, al fin y al cabo, somos personas y no pedazos de acero inoxidable. Que la fortaleza está en quién tiene debilidades y las supera, no en quien vive con una armadura que le protege del mundo. Ese no es fuerte, sólo un poco estúpido. Evadirse no es una solución, es ser cobarde.

A la gente le da miedo demostrar que siente algo, y a mí me da miedo la gente que parece no sentir nada.

Cada vez que he intentado escribir un poema lo he acabado matando a tachones. Y, sin embargo, sólo me he atrevido con los versos cuando estaba totalmente segura de lo que quería decir. Supongo que no supe encontrar las palabras adecuadas, o que las encontré demasiado bien, y entonces emborroné el papel para protegerme de ellas. Para evadirme. Ejemplo de cobardía y estupidez número 1.

Los días de viento y lluvia dan más margen al corazón, como si limpiaran la capa de esmalte que nos hemos echado por encima, y la piel que hay debajo empezara a componer. Y de repente, sale el sol, la tinta se nos seca antes de que podamos revisarla y nos apresuramos a coger brocha y pintura para esconderla. Ejemplo de cobardía y estupidez número 2.

La ventisca es un torbellino y no oigo lo que me quiere decir. Cada noche invento un cuento para irme a la cama, y no sé qué argumento debe tener. Tal vez lo que me calme hoy mañana no me dejará dormir. Qué revuelo, qué de vueltas en la cama y qué falta de respuestas.

Qué falta de poemas, que no sé de qué escribir.


Incluso en estos tiempos
triviales como un baile de disfraces
todos los días tienen unas horas
para gritar al filo de la aurora
la falta que me haces.

Incluso en estos tiempos - Joaquín Sabina

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