Derrota.
Eterno luchador
siempre ganaste todas tus batallas
incluso aquellas
que ni tú sabías que librabas.
Y yo, cabezota como siempre,
me empeño en compararte
con aquellos que se cruzan por mi vida
pero tú, amor, eres huracán
y ellos sólo son brisa.
Es verano
y te permito la entrada a mis pensamientos
y te dejo campar a tus anchas
y se me olvida que algún día de estos
a golpe de lágrimas tendré que echarte
sin que nadie pueda ayudarme
a recoger los destrozos.
Si en algún momento te olvido,
lo hago como quien deja de ser consciente
de que inspira y espira
pero respira continuamente.
Como una canción que suena
tan bajito y desde hace tanto
que ya casi ni se escucha, y aún así
a veces la melodía
me obliga a romper a llorar.
No existen poemas a tu altura
ni me atrevo a intentar inventarlos
pero no puedo tratar
de contener las palabras
si se me escapan en cascada entre los dedos
porque mis manos se vuelven locas,
locas y vacías,
sólo por pensar en ti.
Me reitero y te repito
que jamás se te resistió una batalla.
Tampoco ésta, la de mi olvido
pero es que, te confieso,
yo hace tiempo que abandoné las armas.
siempre ganaste todas tus batallas
incluso aquellas
que ni tú sabías que librabas.
Y yo, cabezota como siempre,
me empeño en compararte
con aquellos que se cruzan por mi vida
pero tú, amor, eres huracán
y ellos sólo son brisa.
Es verano
y te permito la entrada a mis pensamientos
y te dejo campar a tus anchas
y se me olvida que algún día de estos
a golpe de lágrimas tendré que echarte
sin que nadie pueda ayudarme
a recoger los destrozos.
Si en algún momento te olvido,
lo hago como quien deja de ser consciente
de que inspira y espira
pero respira continuamente.
Como una canción que suena
tan bajito y desde hace tanto
que ya casi ni se escucha, y aún así
a veces la melodía
me obliga a romper a llorar.
No existen poemas a tu altura
ni me atrevo a intentar inventarlos
pero no puedo tratar
de contener las palabras
si se me escapan en cascada entre los dedos
porque mis manos se vuelven locas,
locas y vacías,
sólo por pensar en ti.
Me reitero y te repito
que jamás se te resistió una batalla.
Tampoco ésta, la de mi olvido
pero es que, te confieso,
yo hace tiempo que abandoné las armas.
Comentarios
Publicar un comentario