Juego de sombras.
Cómo voy a escribir lo que siento si lo desconozco. Si me tiembla el pecho y corro. Si se me empañan los ojos sin venir a cuento. Sólo pido que llegue el frío con su constante excusa para poder arroparme, porque el calor me deja desamparada y a la intemperie de este no sé qué que me llena o me vacía, según se mire.
De nuevo, pesadillas que no terminan al abrir los ojos y cuentos de hadas que se rompen en pedazos al sonar el despertador. De nuevo, una ciudad que es una jaula, una tortura, y a la vez, un hogar. De nuevo, esas ganas de ir muy lejos a algún lugar desconocido. De nuevo, esa necesidad de resetear la vida. Y el corazón. De nuevo, este hueco vacante bajo candado, y los engranajes de mi cabeza girando a toda velocidad, rugiendo, gritando. Pensando.
No hay manera de parar esta catástrofe, no hay forma de que las piezas dejen de encajar, pero tampoco hay forma de juntar los pedazos rotos si me da miedo tocarlos. Lo único que queda de mi palacio son los cristales y de las rosas, las espinas. Y se reinicia el cuento de nunca acabar, el que no existe. El cuento de la rabia y los puertos seguros, el cuento donde encontraba mi paz, el cuento de los días felices y de la angustia, el de la respiración que no está, el del corazón desbocado. El cuento de mis luces y mis sombras, el cuento de todos los colores. El cuento que se escribe a su antojo y sin parar, porque nunca frena, porque el cuento soy yo misma y la vida no se detiene.
Se me ha enquistado la duda eterna de lo que viene y el pánico al dolor. A veces gana la cobardía y otras, las ganas; la incertidumbre es eterna vencedora. Sé de sobra que no se puede vivir con miedo a la vida, que tiene cumbres y valles y que gira y cambia cuando menos te lo esperas. Pero, aunque tengo las luces encendidas, todavía las bombillas parpadean y amenazan con apagarse.
De nuevo, fundido a negro.
Esta sala de espera sin esperanza,
estas pilas de un timbre que se secó,
este helado de fresa de la venganza,
esta empresa de mudanza
con los muebles del amor.
Joaquín Sabina - Nos sobran los motivos
Comentarios
Publicar un comentario