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Mostrando entradas de 2023

Alzando el vuelo.

Hoy, el cielo se ha roto. El suelo está lleno de azul, de reflejos de estrellas y de rayos de Sol. Un pedazo del rastro de un cometa, gotas de lluvia de nubes desechas. Sin querer, tropiezo con los restos del vuelo de un pájaro, y al tropezar, caigo y estoy volando. Con las plumas esparcidas por el suelo me coso unas alas. No tengo hilo ni aguja, tengo ganas y con eso me sobra. Sigo volando, cada vez más alto. El Sol no me quema porque está hecho añicos. No hay obstáculos que me paren, porque están todos en el suelo, y yo vuelo. Vuelo más, cada vez más, porque no hay murallas que me frenen. Roto, lo que antes era el cielo no es el límite. Creo que escribí esto en 2014 o 2015, no estoy segura. De lo que sí estoy segura es de que entonces era una gran mentira, aunque yo no me diera cuenta, y por eso lleva guardado en un cajón tantos años.  He pasado los últimos once años de mi vida, más o menos, echándome de menos. Echando de menos cómo era yo misma en algún momento del pasad...

Caso aislado.

Hay días en los que el suelo tiembla, todo se da la vuelta, no hay nada estable a tu alrededor y, sin tú saberlo, comienza una cuenta atrás dentro de ti. "Si no se repite en un año, se considera un caso aislado" . 365 días. No recuerdo mucho de los primeros días. El calor de julio a las cuatro de la tarde desde el metro O'Donnell. La canción "Si tienes fe", de El Príncipe de Egipto, sonando en bucle. El cansancio. Las escaleras de la entrada. El mostrador de enfermería sin respuestas para mí. Echar de menos a quien tienes sentado a tu lado porque, en realidad, no es él. No eras tú. 355 días. Recuerdo pensar que aquello era como vivir dentro de una de esas películas de sobremesa en las que pasa de todo pero no crees ni remotamente que vaya a ocurrir de verdad. Y menos cerca de ti. Recuerdo la angustia y la impotencia de no tener un manual de instrucciones y de sentir que nadie estaba ni tenía intención de estar al volante. 310 días. Todos los días me iba a dormir...

4. Un túnel oscuro y en silencio

  Ayer me metí en la cama y me di cuenta de que no recuerdo tu voz. Lo intenté y no pude. Traté de imaginarte contándome algo tan cotidiano como qué tal te  había ido el  día, y encontré las palabras pero no el sonido de tu voz. Se me agarraron la tristeza y la certeza al pecho y no me soltaron hasta que me dormí, con la almohada un poco salada y el corazón un poco partido. Es un proceso. Sí, ya. Pero el proceso duele y yo de verdad que no veo el final de este túnel a oscuras del que se me jura y perjura que voy a salir un día, casi sin darme cuenta de cómo. Y ahora, además, el túnel no sólo no tiene ninguna luz que me avise de que el final está en algún sitio, sino que está completamente en silencio. Un silencio tan profundo que se llega a oír, no sé cómo explicártelo, como si me raspase los tímpanos. Un silencio tan vacío que no puedo dejar de escucharlo, tan intenso que me va a aplastar. Después de llorar el recuerdo de tu voz, me dormí y soñé conti...

3. Una decisión

Me he despertado con la evidencia de que no estás -ni vas a estar- subida a mi pecho como un peso muerto que me empuja hacia dentro el esternón. Soy consciente de que no estás -ni vas a estar- porque tú no quieres -ni me quieres- y se me hunden un poco más las costillas y me duele un poco más la vida. Sé que nadie se muere de esto, pero no puedo evitar sentir este agujero negro donde se supone que deberían estar mis pulmones y doblarme un poco sobre mí misma para hacerme más pequeña, un poquito más, a ver si así no me cabe más tristeza ni más vacío dentro. A ver si así no me entero de que el mundo sigue girando a mi alrededor y tengo la excusa que necesito para dejar de girar yo. Me dijiste que no sé quién había dicho que esto no era una mala decisión ni una buena decisión, sólo una decisión a secas. Sinceramente,  quiero creer que no piensas eso de verdad, porque significaría que decidiste qué hacer con tu futuro y con el mío como decides por la mañana si eliges la camiseta n...

2. ¿Me querrías si fuera un gusano?

El problema de intentar medir el amor que das y el amor que recibes a través de situaciones imaginarias que nunca jamás van a darse en la vida real (porque, seamos honestos, nunca nadie va a despertarse por la mañana convertida en un gusano), es que tienes que tener los pies muy clavados en la tierra y ser muy consciente de ti mismo para decir la verdad. ¿Tú habrías ido a Marte por mí? No, no lo habrías hecho, sabes que no. Igual que yo no habría ido por ti. Pero debería haber dado igual porque, en realidad, nunca se habría dado la circunstancia de haber podido irnos a Marte juntos. Sin embargo, aquí, en la Tierra,  contigo, he pasado por cosas que jamás pensé que viviría y ojalá nunca las hubiese vivido y aquí, en la Tierra, habría vuelto a pasarlas si hubiera hecho falta, contigo. Aquí, en la Tierra,  yo quería todo el futuro contigo. Con todo lo que implicas aunque, evidentemente, no todo me guste, pero es que las cosas que sí me gustan de ti siempre han pesado mucho m...

1. Espero que no acabe en "borradores".

Últimamente las mañanas son la parte más dura del día. Abrir los ojos, tomar conciencia del punto en el que estoy, mover cada músculo necesario para arrastrarme fuera de la cama hacia la cocina, levantar la cafetera (¿siempre ha pesado aproximadamente 50 kilos, o solo es cosa mía?), servir medio vaso de café, el otro medio de leche, esperar un minuto y diez segundos de microondas.  Y pensar que tengo todo el día por delante. Unas dieciséis horas para estar despierta y hacer cosas que, sinceramente, no me apetecen ni un poquito.  El microondas avisa de que mi minuto diez de espera ha terminado, así que desayuno mirando un punto fijo y pensando en lo que tengo que hacer inmediatamente después. Solo inmediatamente después, nunca más allá. Me tomo lo de vivir el presente de manera casi estrictamente literal porque pensar más allá de los próximos sesenta minutos me produce un vértigo, un malestar y un desasosiego que no tengo ni ganas ni fuerzas para gestionarlo. No me importa que ...