Madrugada de un 17.
Esta noche recuerdo muchas cosas. Recuerdo despedidas y reencuentros.
Recuerdo hace apenas un día menos de un año; una noche de despedidas con M&M'S, risas, amigos y las lágrimas que sabían que íbamos a tardar en vernos, abrazos de amigos y promesas de no olvidarse.
Recuerdo hace apenas un par de días menos de un año; un día de más despedidas y más lágrimas, estas con la posible certeza de no volver a vernos, abrazos que te susurran "don't cry" mientras también lloran, y trayectos en autobús que sientan como una agonía, mientras dejas una cuidad atrás. Recuerdo, de ese mismo día, un trayecto en avión en el que mezclamos risas, "prométeme que no me vas a olvidar" y la capacidad de aguantar las ganas de llorar. Y, una vez más, otra despedida.
Por último, recuerdo una mañana, hace apenas siete meses; una mañana de nervios, carreras por los pasillos del Metro de Retiro, de recuperar el aliento, de volver a correr, de abrazos, de paseos, de rosas, de besos y de las calles llenas de gente que éstos vacían, de "cosas que celebrar", de ti y de mí.
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