Little roller coaster.

Rápida, veloz. Tu sonrisa aparece y desaparece como un rayo, y llueven tus ojos. Pero llora bajito, sin hacer ruido, por favor, que nadie te oiga. Sube y baja, ríete de vez en cuando, gira una y otra vez, como una montaña rusa dentro de ti, que hace contigo lo que quiere. Y sin frenos. Socorro. Pero nunca te chocas, no te estrellas contra el suelo, no te hundes nunca. Sólo zozobras un poquito pero continuamente en lágrimas silenciosas. Y pides que, por favor, alguien lo pare. Que lo pare y nunca más se vuelva a poner en marcha.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo