Help.

A veces hace falta. Abrazar de rabia la almohada, empapar de rabia la almohada y quedarte dormida así. Despertarte al día siguiente con un dolor de cabeza que pincha y ojos que escuecen por culpa de lágrimas saladas. Y el consiguiente cansancio, las ganas de nada, las fuerzas para menos que eso. Ojos verdes, amor... Socorro. Te quiero, te quiero, te quiero.

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