Latencia.

He dejado de creer que pueda vencerte, o vencer tu recuerdo, lo mismo me da. Vencer el hormigueo de mis manos o vencer la taquicardia que me hace temblar si me entretengo demasiado en nuestra historia.

Te has enquistado en fase latente, en algún rincón de mi corazón. Y cuando bajo un poco la guardia, te despiertas. Apareces de repente en mitad de un sueño. Ya no sé si hablas con tu voz o me la estoy inventando. 

Me hormiguean las manos y se me está acelerando el pulso.

Y entonces, teniéndote al lado, me da por mirar el reloj. Son las doce. E igual que Cenicienta, salgo corriendo, porque se me va el último tren. ¿El último tren a dónde? Maldigo a la yo de mis sueños por huir, y te pido por favor que vuelvas, que tengo una carta a medio escribir de cosas que necesito decirte.

Siento no haber sido tan valiente como me pediste. Pero es que también me pediste que no me rindiera nunca y me impediste luchar por ti. Supongo que todo eso me dejó confundida, y fue ahí cuando me cerré las puertas para dejar que te fueras para siempre. Fui yo la que te convirtió en una fase latente enquistada.

El cielo está demasiado azul para que me lluevan los ojos. Prefiero dejar de escribir aquí.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo