A chocolate.

Eterno, suave. Te trae directamente aquí. Vale, me declaro totalmente adicta a ti. A tus ojos, tu sonrisa, tus palabras, tu música, tu inconfundible manera de andar, tu presencia, tu pelo, tus manos, el roce de tus manos, tu voz...
Y tu olor. Huele a chocolate, o a lo que sea: a ti. Lo que daría por tener permiso para olerlo a todas horas. Que se me vuelva a ir la cabeza... Y si tengo que morder una manzana envenenada, que huela a ti, y así morir un poquito más loca (porque de todos es sabido que tú no irías a despertarme).
Hoy, me declaro totalmente adicta a tu olor.

Para Sandra. Espero que entiendas que no soy "totalmente adicta a tu olor", pero tú sabes de lo que hablo, tú me entiendes.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo