Conversaciones con la almohada.

Anoche, hablé con la almohada. Bueno, más bien, ella habló conmigo. Por una vez, ella tuvo la voz. Me contó lo que le gusta que confíe en ella y le cuente mis secretos, y lo poco que le gusta que haya cosas que sólo soy capaz de contarle a ella. Le encanta cuando la abrazo suave y tranquila, y odia cuando le abrazo fuerte de rabia. Se deleita cuando le roza la sonrisa de mi boca, pero aborrece las noches en las que se ve bañada de mis lágrimas.
Le cautivan mis buenas noches que terminan con un "buenos días, princesa", y desprecia cada desvelo que termina con un despertar sin Sol. Le gusta que sueñe amor, pero no le gustan las pesadillas porque le asustan. Le encanta que recuerde momentos vividos, pero odia que un recuerdo acabe en llanto.
A mí me gusta ella. Soporta mis sonrisas y mis llantos, mis recuerdos y mis planes, mis ilusiones y pesadillas, mis síes y mis noes, mis buenas y malas noches, mis buenas y malas mañanas. 

También me gustas tú. Porque haces lo que la almohada, sólo que ella, al fin y al cabo, lo hace porque no le queda más remedio, y tú te quedas porque quieres y me quieres.

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