Juegos de mesa.

Todas las tormentas terminan por estallar. Y lo hacen por igual en una gran ciudad o en medio del desierto. Y yo rompo a llorar, y da igual si hay alguien para consolarme o mi única compañía son las lágrimas que caen en cascada por mis mejillas. Y miro a mi alrededor, y empiezo a pensar que no sólo soy una pieza en el puzzle equivocado, sino que, directamente, me he confundido de juego de mesa. Pero qué remedio, si es el único juego al que quiero jugar... me toca seguir jugando. Y me toca demostrar que voy a ganar.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo