Ángeles de la guarda.

Todos tenemos malos momentos, ¿no? De esos en que estamos un poco perdidos, que no sabemos hacia dónde vamos o por qué. De esos en que nos falta un poco de luz, no exactamente para que sepamos hacia dónde caminamos, sino simplemente para que tengamos ganas de caminar. A veces esas luces tardan en encenderse, a veces no se ven. Y luego siempre llegan, encendiéndolo todo alrededor, y te preguntas cómo has podido vivir sin ellas. Descubres que la vida es más bonita aún si esas luces brillan, y sabes que quieres que brillen siempre, que se queden, porque se han convertido en un par de ángeles de la guarda que ponen luz al camino que fue de lo más oscuro.

Gracias.

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