Fuego.
El corazón me late fuerte, muy fuerte, como si quisiera salirse de su sitio y salir corriendo. Me tiemblan las manos, las piernas, la piel, la voz. El alma, las canciones en la boca. Como si dentro de mí tuviera un volcán a punto de entrar en erupción. Cómo quema la lava.
Arde, por eso el corazón busca huir. Arde, y por eso tiemblo, quién sabe si de frío. Arde, y parece que la única manera de apagarlo es un abrazo muy fuerte, que mantenga al corazón en su lugar, que libere toda esta lava que quema.
Arde, y sigue ardiendo.
Arde, y sigue ardiendo.
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