¿A o B?
Somos lo que decidimos, lo que decimos, lo que nos callamos. Cada elección, por estúpida que parezca, empieza a dictar nuestro rumbo. Cada paso que damos en una dirección nos aleja un paso de la dirección opuesta.
A veces avanzamos sin querer, otras veces sabemos con certeza lo que queremos y nos morimos de miedo. Entonces cerramos los ojos, saltamos, y justo entonces es cuando preguntamos "¿alguien ha visto mi paracaídas?".
Y si el movimiento más insignificante me lleva un poco hacia adelante, pienso moverme. Quedarme al borde del infarto y con miedo a que el corazón se me salga por la boca y con las manos temblando de emoción y no de tristeza. Quiero hacerlo, o por lo menos tengo muchas ganas de intentarlo.
No sé si la siguiente montaña será tan dura, tan alta y tan bonita como la anterior. Pero igual puedo dejar de arañarme con las espinas de los matorrales que hay en sus faldas. Igual nunca vuelvo a escalar una historia tan bonita y he de confesar que me aterra pensarlo. Pero supongo que es mejor vivir cuentos menos bonitos que no vivir. Porque yo llevo un tiempo no-viviendo, y empiezo a echar de menos respirar, sentir, soñar.
Comentarios
Publicar un comentario