Blind.
Ojos que no ven, corazón que se salta la señal de peligro.
Aunque igual sí se ha dado cuenta de que estaba ahí, pero se ha hecho el loco, que de eso él sabe mucho. Ha subido el volumen de la música, se ha puesto a cantar a pleno pulmón y ha bajado las ventanillas para que entrarse todo el aire de fuera. Ha seguido todo recto sin mirar por dónde pisa, sin fijarse en si hay trampa.
Por supuesto que hay trampa.
Pero bueno, aquí estamos, y parece que se nos ha estropeado la marcha atrás. O el corazón prefiere que pienses eso. Que nada le interrumpa en su despeñamiento, no vaya a salir ileso. Él sigue, a toda velocidad, y se deja llevar porque lo contrario es más difícil. Qué sorpresa se va a llevar cuando vea que en vez de salir de un socavón, se ha metido en otro peor. No hay nada que le haga retroceder, pero tú buscas con desesperación una excusa que consiga distraerle. O convencerle.
Pero es que no hay manera.
Ojos que no ven, corazón que agudiza los sentidos.
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