Deseo de última hora.
Queridos Reyes Magos:
Este año creo que me he portado bien, o al menos yo lo he intentado. Vosotros lo sabéis todo, así que imagino que habréis visto que tampoco es que lo haya tenido fácil. También es verdad que estas Navidades no os he escrito hasta ahora, y que probablemente en este momento estéis en pleno viaje por el mundo regalando ilusión, y es muy posible que no os llegue mi mensaje.
Pero esta noche es mágica, y no he podido resistirme.
Tengo en el centro del corazón un deseo muy fuerte, aunque de tan poco que lo pienso, parece hasta inexistente. Pero cada día, me quita un poquito de mi aire, me arranca un poquito de mi vida para mantener la suya. A veces duerme durante mucho tiempo y se me olvida, sin embargo luego abre los ojillos y me mira. A veces, de un manotazo lo aparto, subo el volumen de la música, camino más rápido y parpadeo muy rápido para que no me dé tiempo a pensar.
A veces las canciones me acaban taladrando la cabeza, me canso de andar tan deprisa y me pesan los párpados. Y entonces ya no puedo hacer nada contra esa mirada y su insistencia, y mi corazón tiembla y mi deseo se agarra con más fuerza.
Últimamente parece que me da igual el volumen del universo, ya no siento las piernas y quiero correr, y tengo tantas ganas de ver lo que me trae la vida que no me da tiempo a cerrar los ojos.
Pero es cierto que mi deseo nunca se va, y es el que lanzo esta noche a las estrellas, por si lo encontráis. Por si hay magia y me toca de cerca.
Existen las casualidades, el destino, los milagros y la magia. Existen las estrellas fugaces y existen los instantes pensados para pedir deseos.
Espero que, en medio de esta noche ajetreada, encontréis mis palabras, y espero haber sido lo suficientemente buena como para recibir mi regalo.
Os deseo un buen viaje esta noche.
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