Como una enredadera... crece y se enreda.
Durante el día, esporádicamente sueñas despierta, pero en tus sueños él no tiene ni cara ni nombre, porque así es más fácil, así no hay que pensar en ello. Pero entonces, la música se rinde, el piano se rinde a sus manos, a sus caricias. Y con ella, tú. Por un momento pones cara nombre y apellidos al príncipe que rema en las barquitas del Retiro, el que te dice que te quiere de vez en cuando, al que abrazas sin preocuparte de más que lo que dure ese abrazo. Pero la canción acaba, se evapora como el agua del lago del Retiro de Madrid. Aunque no importa, porque las palabras de un poeta argentino ahora también cantan... Te pilla cantándole un te quiero. Recuerdas cuando gritabas por dentro que nadie le quería como tú... Como yo. Y parece que vuelve todo a lo de siempre...
Pero de pronto, y tras mucho esperar... Por fin. Breve conversación que cierra con una sonrisa. Y, de nuevo, bienvenida a este gran lío. Malditos todos, por haceros querer.
Comentarios
Publicar un comentario