Aterrizaje de emergencia.

El avión se agitó levemente, y ellos se abrazaron más fuerte todavía.
-¿Qué harías si esto se estrellase ahora? –preguntó él.
-No sé… –respondió ella, pensando.
-Yo te abrazaría muy fuerte –dijo el chico, besándola en la frente.
Se quedaron así un rato, muy abrazados, conscientes de que el avión a cada momento que pasaba estaba más cerca del suelo, y ellos de su despedida. De nuevo, fue él quien rompió el silencio.
-Antes de que el avión toque tierra, prométeme una cosa.
-¿El qué? –dijo ella mirándole a los ojos.
-Prométeme que nunca me vas a olvidar.
A ella se le encogió el alma, y un par de lágrimas amenazaron con brotar de sus ojos, pero consiguió frenarlas.
-Te lo prometo –respondió con la fuerza que consiguió reunir.
-Yo tampoco voy a olvidarte –prometió el chico, volviéndola a abrazar.
Ella no sabía qué hacer. Quería darle las gracias, por esa promesa, y por todo lo demás, pero creyó más oportuno quedarse callada. Apenas diez segundos después de que él prometiese no olvidarla nunca, las ruedas del avión tocaron tierra, y el corazón empezó a inundársele de lágrimas que sabían a despedida.

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