Estenosis.
Vivir es caminar por innumerables calles y caminos, y hay días que esas calles se estrechan y parece que te oprimen los costados, que casi se van a obstruir. Puedes caminar de lado, sin ver qué pisas, sin ver a dónde vas, y ese trozo de vida se hace largo y duro.
Y, pese a toda esa estrechez, parece que lo único que podría aliviarla sería otra persona, ahí, enfrente. Que te abrace tan, tan fuerte que toda la presión que sientes en el pecho, casi sin dejarte respirar, se libere. Alguien que desprenda la fuerza capaz de separar esas paredes con las manos enlazadas en tus manos.
Alguien que te abra el mundo al cielo azul, alguien que a besos devuelva el aire, y que sólo con los ojos dilate toda esa asfixia.
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