Trozos de cristal.
Nunca, jamás, olvides quién eres, con quién estás, con quién puedes contar. Nunca, jamás, olvides qué lugar ocupas en este mundo tan grande, porque si te descuidas un momento, puedes crecerte y estrellarte.
La realidad no se anda con rodeos, no tiene cuidado ni acaricia. La realidad abofetea, pincha, se clava. A veces es sólo un alfiler, que se clava en la piel, como inofensivo, pero llega más allá de lo que esperamos, y perfora las entrañas. Y esto puede ser sólo un aviso. Otras veces la realidad es una lluvia de cristales, otras veces es el suelo tras una caída de cien metros.
De una manera o de otra, la realidad llega y se hace oír, se hace ver. No se va, no se deja ignorar, no se deja olvidar.
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