Canciones.

Érase una vez tú.
Y en ese momento yo.
Y luego tú.
Y entonces yo .


Las canciones tristes hoy no caben en mi vida, el iPod no las deja sonar. Tengo aún un cosquilleo en la tripa y terremotos de emoción en los dedos. Tengo una canción -esa canción- todavía metida en la cabeza, y en el alma, y en la piel de gallina. La primera canción que me hizo llorar, la difícil. La que conseguí hacer mía.

Pero de repente todas las canciones se me apagan y sólo suena una. No sé si tiene melodía y tampoco sé si tiene letra; sé que tiene tu voz. Y tu tacto. Y me arranca un suspiro que fijo entre porta y cubre para que no se escape, para que se quede ahí siempre, del color de la esperanza. 



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