Verde.

He perdido la cuenta de la cantidad de veces que he creído olvidarte y entonces he recordado que tú ya no me quieres. El corazón se me ha retorcido en el pecho y, junto con la sangre, ha bombeado un débil te quiero.

A veces creo que sé pensar en ti como un mero fantasma, hasta que me acuerdo de que ya no me quieres. Entonces los párpados me pesan un poco más, y junto con un par de lágrimas furtivas, derraman un pequeño te echo de menos.

Hay días que confundo el verde de tus ojos con el verde de su jersey y el color de mi esperanza. Pero cuando de tu boca sale un te quiero que revolotea a mi lado y se posa en unos labios que no son míos, se me olvida respirar, y entonces no puedo lanzar al aire ese vuelve, por favor, que se queda dentro de mí y me quema los pulmones.

Y ya no hay jersey ni esperanza que me salven de tus ojos. Incluso cuando no están.

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