Ojalá tú.
La sangre corre, rápida, fuerte, y me duelen las venas porque se ha levantado el oleaje. Me dan miedo el olvido y el recuerdo, las espinas y el fuego, tu nunca y mi siempre. Tiemblo y algo por dentro me quema, me quiere llevar lejos y no me arranca de donde estoy. No tengo palabras porque el viento se las ha llevado todas, no me sale la voz porque una vez la regalé y la perdí.
La vida sigue en marcha por más que le pido que frene un poco. Que necesito tiempo, digo, y responde que ya he tenido suficiente. Pero no basta, nunca basta. Hay una mariposa que a veces aletea y me distrae, pero cuando se duerme, el árbol que crece en mi estómago afianza sus raíces como si fueran garras. Hasta parece que ruge.
Ojalá el reloj dejase de marcar las horas, y los minutos corrieran hacia atrás. Al momento en que todo iba bien. Cuando quedaba mucho por saber, mucho por descubrir y mucho por perder. Y ojalá no lo perdiera.
Ojalá la aguja de mi brújula gire como loca y vuelva a encontrar su norte. O a ti.
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