Silencio.

Un silencio se me intenta escapar entre las costillas, y como no puede, pincha y duele. Quiere callarse, y que todo enmudezca.  Atardece de color amarillo y en mi cabeza se enciende una canción que habla de querer huir pero no tener dónde naufragar. Y después viene otra canción más, y luego otra y otra. Y encadenan sus palabras y sus letras a mis rizos, que se me enredan.

Insiste tanto el silencio en hacerse evidente que ya no sé qué quiere. No sé si busca que se me escuche o que yo escuche. Y qué pretende que diga, o qué pretende que entienda.

Si me callo a mi alrededor sólo hay otoño. Amarillo, marrón y naranja, luz con magia y el atisbo del frío que pide abrazos. Lluvia y pocas flores. Colores cálidos porque se avecina el invierno. El otoño es una de mis cuatro estaciones del año favoritas. Un otoño me preparó para el invierno más bonito que jamás haya vivido. Los otoños son dulces y suaves. Son silencio y lluvia.

Cuando estás en silencio demasiado tiempo, recuerdas. Cómo duele quedarse a solas con uno mismo. Un guiño y un guapa. Sería otoño, o invierno, o igual era verano, pero siempre era primavera en ese amor. 

El silencio se me intenta escapar entre las costillas que impiden que mi corazón salga corriendo. Y pincha, y duele. El silencio también.


Primavera de un amor,
amarillo y frugal, como el sol
del veranillo de San Martín

Peces de ciudad - Joaquín Sabina

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