Brújula.

Te vas, y luego vuelves en cada uno de mis sueños. Primero a decirme que me quieres, a destrozarme otra vez dos días después. Y yo no tengo tiempo de hacerme a la idea de nada, no tengo tiempo de montar los andamios que puedan sostenerme la próxima vez que al dormir tú aparezcas.

Mi puedo, pero no me da la gana enmascarado en todas las promesas que te hice. Los arañazos en mis rodillas por tropezarme contigo cada vez que empiezo a correr de nuevo. Mis respiraciones lentas, profundas y controladas cuando los ojos se me cargan de agua y sal. Tu nombre colándose por las rendijas de mi subconsciente incluso si pienso en otra persona, porque nadie más puede acompañar mis te quiero.

A ratos creo descubrir las coordenadas que tal vez me pongan a salvo, a ratos creo haber encontrado el norte que perdí al perderte a ti. Y entonces el viento me trae tu voz, y se me olvida que te estaba olvidando.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contracorriente

Impuntualidad.

La canción más triste del mundo