Justo hoy, casualidad.
Justo da la casualidad de que el viento sopla con una fuerza determinada, y arranca una hoja de aquella rama de ese árbol de ahí.
Justo esta noche he soñado que ella estaba sentada a mi lado en el sofá, y un momento de lucidez me ha recordado que era imposible que fuera real, porque sus páginas en mi vida han terminado y no es de las que puedas releer. Hay palabras que sólo pueden recordarse ya.
Justo da la casualidad de que la hoja de ese árbol de ahí vuela hacia a mí, y se enreda en el entramado castaño que el viento ha hecho de mi pelo.
Justo hoy el tren ha arrancado y se me ha olvidado olvidarme esos recuerdos en el andén. Me persiguen en el vagón, se mezclan con el aire que respiro, y ya no sé escaparme. Nos rescato a los dos siendo felices del baúl de los recuerdos que -me repito mil millones de veces cada segundo- ya no me hacen temblar de angustia. Y me convierto en un pequeño terremoto.
Justo da la casualidad de que pasa una mano y se lanza a esa hoja de aquel árbol que abrazan mis rizos, y la libera, y libera a mi corazón desbocado.
Justo hoy al bajar las escaleras he creído verte pero no era verdad. Se me han parado todas las agujas del reloj, aferradas al filo de una sonrisa con forma de casualidad. Pero entre toda aquella gente no estabas tú, y esa ha sido la peor casualidad de todas.
La casualidad
se puso el disfraz
de una mariposa
que al vuelo se entregó
y, soltando su efecto, nos acarició.
Mariposa - La Oreja de Van Gogh.
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